En estos últimos años de pandemia, la función de las viviendas no solo cumplió con ser un espacio donde se come o duerme; más bien, pasó a ser un espacio de convivencia en tiempos absolutos. Eso llevó a que dentro del ámbito arquitectónico los espacios inteligentes tomen protagonismo.
Danilo Galarza, CEO de DG Arquitectos, señaló la transformación de estos espacios inteligentes en la arquitectura. “Una sala en un apartamento debía cambiar su uso por razones obligatorias, por lo que ya no era solo una sala, también podía ser el jardín o área de juegos para los niños. Incluso podría ser un mini gimnasio de entrenamiento. De esta manera, se puede entender que las zonas de la casa debían evolucionar a cualquier función que sea requerida”, señala.
En términos profesionales, los espacios inteligentes son aquellos que pueden cambiar su uso sin alterar su morfología o su forma. Es decir, no está destinado a un uso único, sino que puede ser variable para el momento que las condiciones de habitabilidad cambien radicalmente.
Si bien es cierto, en varias ciudades del mundo se crean tipos de edificios que pueden ser modificables, sea por su estructura y la facilidad de mover instalaciones eléctricas o hidrosanitarias y tratar que espacios con plantas libres puedan modificar su uso. Sin embargo, ¿qué pasa con los edificios de estructura de hormigón armado donde las instalaciones están embebidas en las losas y con paredes de bloque o ladrillo que su uso no es tan fácil de modificar?
En algunos países, tener la sostenibilidad de un edificio, más que una ventaja viene a ser un requisito para su planificación y ejecución. Esa debería ser la meta para todos los planificadores y constructores, no solo de viviendas, sino mucho más en industrias o edificaciones de gran escala, en las cuales, se puede crear un espacio inteligente para un beneficio colectivo y no solo individual.
De esta manera, el usuario puede poner sobre la balanza lo que implica pagar facturas de luz, de agua potable o climatización y darse cuenta que no hay comparación con tomar esos condicionantes desde un inicio e invertirlos para que el espacio pueda sostenerse por un largo tiempo con un menor recurso económico.
La tecnología avanza y ahora es mucho más sencillo encontrar energías alternativas o sistemas de disminución en consumo de agua que representan un alto índice de ahorro y beneficio para la sociedad y en el planeta entero.
Además, existen sistemas domóticos que incluso regulan el consumo de energía en viviendas y se lo puede programar para funciones específicas. Asimismo, existen llaves de agua con sensores automáticos y dispersores en la punta de la llave para tener un consumo mínimo. A esto se añaden los urinarios que ya no necesitan de agua potable, o los inodoros con tanques variables dependiendo del tipo de uso que se le vaya a dar; paneles solares que se adhieren a cubiertas y sistemas de recirculación de agua no solo para un bajo consumo, sino también para calentamiento de edificaciones en distintas épocas del año.
En fin, día a día se encuentran nuevos sistemas que pueden transformar a un espacio inteligente en la arquitectura. Pero, para lograrlo, es tarea primordial del arquitecto planificador lograr que estos recursos sean considerados y estén a elección del cliente desde el plan masa para que pueda estar al tanto del beneficio económico a futuro.