El uso del acero es una tendencia global en la industria de la construcción. Es de conocimiento general que su utilización está dirigida para la edificación de casas, hospitales, puentes e, incluso, autos o fregaderos de cocina. Además de estas características, destacan cualidades como su fortaleza, duración y su bajo costo.
Mientras su aplicación es cada vez más requerida, los elogios hacia el material no escasean. “Es como la savia de la economía. Alimenta todos los sectores”, afirma Gauri Khandekar, analista de la Universidad Libre de Bruselas, que estudia la descarbonización de la industria pesada.
Sin embargo, el acero también tiene sus contras. Su fabricación es uno de los varios causantes del cambio climático. Alrededor del 75% de la producción de carbono implica calentar el mineral con grandes cantidades de energía en altos hornos para extraer hierro puro. La reacción química resultante libera dióxido de carbono.
Prescindir de los altos hornos de carbón. En su lugar, los siderúrgicos pueden extraer el hierro haciendo reaccionar la roca con gas en instalaciones denominadas plantas de hierro de reducción directa.
Poner a funcionar las plantas con hidrógeno, un gas que puede producirse de forma limpia con energía renovable. Esto requeriría enormes cantidades de energía verde.
Aumentar las tasas de reciclaje del acero y utilizar el metal de forma más eficiente también ayudaría a reducir las emisiones. La chatarra de hierro se puede reciclar en acero nuevo.
Al considerar alternativas, es vital evaluar su viabilidad. Para la industria siderúrgica es muy difícil seguir un camino de descarbonización sin aumentar los costos significativamente. Esto se debe, en parte, a que muchos de los métodos de descarbonización sugeridos implican nuevas tecnologías.
Fuente: DW