Aunque en la actualidad existen pegamentos y masillas muy resistentes pensados para unir diferentes superficies, los clavos siguen siendo la unión ideal para lograr un buen acabado. Así, es fundamental siempre utilizar el producto adecuado, que no dañe el material trabajado y que permita que el agarre de las piezas sea el correcto. Además, usar el más conveniente nos ayudará a ocultar el clavo en la madera.
Según el trabajo que vayamos a realizar deberemos usar unos clavos u otros. A continuación, te mostramos cuáles son los más comunes y para qué se utilizan cada uno de ellos.
Son los más usados en trabajos de carpintería con madera. Gracias a su forma son sencillos de extraer cuando quieres eliminarlos.
Son estéticos y permiten que la cabeza quede oculta en la madera. Estos quedan encastrados, por lo que retirarlos es más difícil.
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Disponen de anillos situados en el vástago del clavo. Aunque son semejantes a un tornillo, estos se insertan usando un martillo. Los anillos hacen que aumenten la resistencia tanto en madera como en placas de yeso.
Son los más utilizados en construcción y se emplean para la unión de tejas o placas. Estos también son conocidos como clavos de fuerza o de techar.
Están pensados para colgar cuadros u objetos no muy pesados en las paredes.
Son usados en los remates de tapicería. Su uso es muy específico. También existen los clavos de tapicería ocultos. Estos se utilizan cuando se quieren unir en el interior diferentes piezas de tapicería y que la unión quede oculta.
Los clavos también pueden utilizarse en cristalería, pero deben ser especiales. Este tipo de clavos, en ocasiones se utilizan para la realización de trabajos en madera de detalle.
Fuente: Blogs Mapfre